viernes, 5 de agosto de 2016

Nueva vida sin Madrid


Ya no sé si es volver a casa, o dejar Madrid. Dejar la ciudad que me ha fraguado, que ha visto mi transformación. Ciudad que me ha enseñado, en la que aprendí las lecciones más importantes de mi vida. Esa ciudad que aborreces o te enamora al segundo, menos mal que fui de éstas últimas. Una ciudad que sin nacer en ella ni ser turista, la sientes tuya.

El Madrid de los gatos, de los poetas y de cantautores. El Madrid castizo y el de la Movida. El Madrid universitario. El Madrid madrileño.

El de las terrazas, los museos por la tarde, el de las tiendas de segunda mano, de las cafeterías donde refugiarte con un boli de publicidad y tu libreta, el de las librerías donde cuando te ven llegar te ofrecen hasta sus gafas si te dejaste las tuyas. El Madrid de los teatros, el de Matadero, el de los mercados, el de la calle Pez, el del Parque de Berlín de Quique, el de micros abiertos de Libertad 8. El Madrid de las azoteas donde sabes que sí, que la frase 'de Madrid al cielo' no es solo un slogan.

Una ciudad que exprimí, y me exprimió. Donde tuve el honor y la suerte de conocer a las personas más geniales, divertidas, poéticas y personajes que han pasado por mi cuarto de siglo vivido. El sitio perfecto para las risas, pero también el lugar idóneo para hacerte preguntas, saber qué quieres, a donde vas y para cuestionarte la vida, normalmente un par de veces al mes.

En menos de una semana fuera de la capital, ya se extraña a Dalí, a Valle-Inclán, a Lorca, a Miró, al café Central, al Lardy y al espejo que dejó reflejado Azorín en sus versos, a los impresionistas que acoge el Tyssen, a las expo de Chema Madoz, a las pequeñas y anónimas galerías de arte moderno de una de esas calles que no sabes ir sin perderte.

Volver al nido no es fácil, y más si te has acostumbrado a volar alto a donde el viento te lleve. Pero es lo que hay, en este país hay dinero para fútbol pero no para cultura y trabajo. Así que vuelta a realidad. A una casa que te acoge con los brazos abiertos pero que no sientes como tuya.

Una nueva etapa, difícil y dura, pero con nuevas oportunidades para poner en práctica lo aprendido. Ilusiones diferentes cuyo fin, en lugar de irte, es volver o quizá buscar rumbos nuevos. Así aprende que el miedo a volver es más grande que el miedo a irte.

Lo bueno es que me llevo las maletas llenas, a rebosar. Amigos, experiencias y sabiendo que un portal puede ser el lugar más maravilloso del mundo, el placer de las cosas sencillas.

Quería despedirme, pero no me gustan los ‘adiós’ así que, me fui como si fuera a volver pronto, como si no sintiera que abandono parte de mi existencia allí. Y ya sabemos que la vida sigue. ¡Menos mal!

Y qué bien tener nuevos planes, y ponerlo todo patas arriba. Tocará respirar hondo, y contar hasta 10 antes de estallar y tocará hacerse valer de nuevo y tocará empezar en el sitio donde has nacido. Pero no importa, porque siempre merecerá la pena cuando sabes que has aprovechado el tiempo.

Tiempos difíciles con sacrificios difíciles. Así empiezan los grandes cambios, así empieza el triunfo: luchando.

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