Lo recuerdo. Hace 10 años cuando yo, con
apenas 12, una insignificante murciana, solo pensaba en Madrid y en lo que allí
pasaba. Mis infantiles pensamientos se volvieron de pronto adultos. Llegaba una
excursión del colegio a la playa (más concretamente de la manga), un día
intenso de diversión con las amigas. De repente, escuchamos lo que pasó por la
radio del autobús. Ya en casa estaba como la mayoría de los españoles: pegada
al televisor esperando nuevas
noticias, viendo imágenes que han quedado grabadas en la triste historia de
nuestro país y en nuestras mentes. Dijeron muchas cosas, entre otras, de las
que recuerdo, que faltaba sangre para los heridos y que todos aquellos que
pudieran fueran a donar,… pero yo aún era muy pequeña, estaba en Murcia y no
podía hacer nada. Aun así lo recuerdo con una claridad pasmosa, como si fuera
ayer.
Todo
el país quedo conmocionado. Unos trenes volaban por el aire a causa de una
bomba terrorista en Atocha. La primera pregunta que aún hoy en día viene a la
cabeza es “¿por qué?” solo muerte, miedo y terror. No se entiende nada. Solo
viene la frustración y la impotencia. Un país desorientado que se unió
solidariamente pensando en todas aquellas familias destrozadas, el poder del
bien hasta en estos gravísimos casos prima sobre el odio.
El
11M no solo ocurrió en Madrid, el 11M le ocurrió a todos aquellos que veían lo
que pasaba, le ocurrió a los que creen en la libertad y en la democracia.
Faltaban unos días para las elecciones generales y todo lo que pasó, traía detrás algo serio.
Se
exigieron responsabilidades, las cabezas de los culpables. Pero las prisas no
son buenas y menos en este caso. Aún faltan datos, cosas por resolver, la
teoría de la conspiración llena la cabeza de los ciudadanos, llena libros y
artículos, pero muy a nuestro pesar no podemos actuar en caliente, no se puede
actuar con especulaciones que remueven el dolor y que no llevan a nada sino van
acompañadas por pruebas.
Una
vez enterrados los muertos y curados los heridos toca hacer un cambio,
replanteemos la pregunta: “¿para qué ha ocurrido esto?”. Es complicado y
doloroso, pero el intentar contestar a esta pregunta, hace que continúe la
lucha, que se camine hacia delante y que el dolor y que la vida de esos casi
200 muertos y centenares de heridos cobre sentido. Pero ese día, y los que le sucedieron, miles de personas se unieron a la desgracia de Madrid acompañando y ayudando a las familias, cada uno con lo que mejor sabía y podía hacer. Lo bueno de las oración es que no entienden de distancia, funcionan igual.
Sin
duda ha sido uno de los peores días de España, pero también fue un día grabado
a fuego en la memoria. Ese día, el 11 de marzo de 2004 surgieron héroes,
personas anónimas que con su ejemplo nos hicieron creer en las maravillosas
capacidades del ser humano. Nos demostraron que una vez más el hombre supera
infinitamente al hombre y que tal como dijo Víctor Frankl: “el ser humano aquel
que ser que creó las cámaras de gas y que. A la vez, entró en ellas con paso
firme y musitando una oración”.
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