miércoles, 17 de abril de 2013

Erase una vez una historia que se pudo contar: la de María de Villota

Cada persona tenemos una misión, solo hay descubrirla. A veces la misión que tienes en la cabeza cambia, porque tú cambias, porque la vida te hace cambiar.

A María le cambió la vida y ahora tiene una misión diferente a la que creía. No solo la de hacer historia en el mundo del motor, sino hacer historia en el mundo entero. Todo se mostró claramente tras un hecho que cambió la visión de su vida. 

Erase una vez una niña llamada María que desde pequeña quiso ser piloto de fórmula 1 por la admiración que tenía a su padre. Cómo siempre estaba rodeada del mundo del motor decidió quedarse en él. Ya desde pequeña se le veía venir, su recompensa por sacar buenas notas era montar en el car. El mundo del motor y de los coches era sin duda el mundo de María.

“Mi padre era la referencia, pero sin mi hermano yo no hubiera pensado que una mujer tuviera cabida en el mundo del automovilismo. Él fue el que me quitó los prejuicios y me inscribí,… no se piensa que ese es un mundo para las mujeres”. Eso definió su vida, y obvió los límites para alcanzar su meta, entrar en ese mundo de hombres y darle la vuelta. Y así comenzó a crecer.

Tras decidir cambiar el mundo, había que empezar por hacer su sueño realidad. Y para empezar había que hacer una prueba. De 2500 solo seleccionaron a 5 y ella era la única mujer. María, inicialmente se quedó de reserva, aunque entrenaba igual de duro que el resto de sus compañeros, pero no estaba para competir.  Ella rezaba para entrar en el equipo, y justo Pablo tuvo un accidente al principio de la temporada lo que hizo que entrara en la primera línea de combate y pude empezar a cumplir su sueño.

Dio un salto a la categoría de la fórmula 3 por una propuesta de un equipo austriaco. No sin dificultades, porque lo difícil de este mundo es conseguir sponsor, pero de esto se encargaban los austríacos.

Como mujer María reconoce que el mayor reto era el físico, no contaba, para mayor inri, con la experiencia de ninguna mujer, por eso tuvo que entrenar de una forma específica y muy dura. Así se decantó por estudiar INEF para tener más información, para conocer la capacidad del cuerpo humano.

Y es aquí cuando toca su sueño María: llega una propuesta para correr en un Fórmula 1. Tras una interesante oferta le preguntaron, ¿te ves capaz? Y ni corta ni perezosa María contestó con valentía y decisión: “lo importante no es que lo crea yo, sino que lo crea un cronómetro”. Tras esto, se concertó la fecha para hacer la prueba en un fórmula 1, todo ello por supuesto bajo secreto de sumario, porque aún no era oficial.

En estos momentos María se encuentra sin poder decírselo a nadie y con una  pared llena de apuntes y escritos de todo lo que tenía que memorizar y aprender.

El día del test fue un 3 de agosto de 2011 y consistía en una prueba en la que tenía que conducir un total de 300 kilómetros. Y por fin vio María su coche de fórmula 1: “Cuando me subí al fórmula 1, sentí que tenía un sitio en este mundo. ¡Tenía el coche a medida!  Todos los coches anteriores me venían grandes y este estaba hecho para mí”.  María estaba plenamente feliz.

Antes de la prueba, para que fuera válida, debía de realizar un piloto lo mismo que haría María. Por eso mientras el piloto hacía “la crono” a María le tocaba distraerse y seguir entrenando. “Yo me veía saltando a la comba, con un calor de 3 de agosto mientras veía que mi rival corría a primera hora de la mañana y que me tocaría hacer luego 300 kilómetros a las 3 de la tarde”.  En cada vuelta María bajaba el tiempo y se quedó a un segundo de Román (el piloto anterior) con un neumático viejo. Resultado: éxito total. Fichada para probar coches de fórmula 1. Su labor sería participar en la formación de los coches. Tendría unas pruebas aerodinámicas y repetir la prueba de nuevo para conseguir una licencia, que consistía en repetir los 300 kilómetros en un fórmula 1, pero esta vez de forma oficial.

El día 3 de julio día de la prueba en Inglaterra y tras un año de recorrer medio mundo con su equipo María, con la compañía de su hermana Isabel,  se preparó como siempre, siendo muy escrupulosa. “El montarse en un fórmula 1 es como ir a una gala, hay que prepararse bien” puntualiza. Ese día fueron antes a la prueba aerodinámica. De ese día nuestra protagonista no puede decir más. Ahí cambió todo.

Fue todo muy rápido, demasiado. María se subió  al coche a las 9 de la mañana. Y todo ocurrió en las primeras vueltas mientras calentaba motores. Fue justo en el momento de acceso a la zona donde estaba el equipo. Pero algo  falló. Había un camión mal estacionado con las rampas justo a la altura de sus ojos, luego, la visera no pudo frenar nada del impacto. Fue su cabeza la que lo hizo, con ella frenó el impacto contra el camión.

Yo no me acuerdo de nada a partir del accidente. Yo pensé que no tendría relevancia. Cuando estás en el coche, ves en perspectiva, hacia delante, no ves lo que hay debajo de tus ojos.
Desperté un 7 de julio, con un poco de desorientación. Mi hermana Isabel que fue la primera en llegar al sitio. De hecho en el mismo sitio del accidente hubo un parte de defunción por la policía, porque pensó que era imposible que hubiese sobrevivido.
Mi padre decía que siempre era muy cabezona, por eso este melón que tengo lo soportó.
Lo más duro de pensar era si tenía problemas cerebrales, pero al final no hubo nada. Era una gran incógnita, pero estaba igual. Me acordaba de todos, no he perdido la memoria. No he tenido secuelas. Tengo seis placas en la cabeza de titanio. La pérdida del ojo fue inmediata.Un día te das cuenta de que tu vida no es tuya y que la manejan otros hilos. Gracias a Dios, a mi familia, a mis amigos, a mi novio…  te cambia la perspectiva en la vida,  fui consciente de que mi vida, no es mía.

Tras la operación María se encaró al cirujano y  le dijo que cómo le habían quitado el ojo sin consultarle, que esa era su decisión. La señorita María cae en la cuenta de que “no podemos decir ni en nuestra propia vida”. Ahí fue consciente del regalo que tenía delante. Su misión ya había cambiado.

Los médicos no se lo creían, no se creían que María estuviese viva, pero por suerte existen los milagros. Sin perder ni un minuto su sentido del  humor María bromeaba con los médicos: “Cuando llegaba el octavo doctor a verme diciendo que me habían operado yo solo pensaba ¡Todos se quieren colgar la medallita! Luego entiendes que en 14 horas de operación debe de haber algún relevo”.

Una mujer guapa donde las haya. Con su parche, muy presumida María, se encarga de combinarlo con su look, explica sus cicatrices y como tiene una bastante grande en la pierna ¿pierna? ¿No fue todo en la cabeza? Sí, pero había que reconstruirle la cara y usaron la pierna derecha para extraer tejidos. Y como tiene una parte de la cara inmovilizada. Pero ella sigue sonriendo mientras lo enseña. Aunque sigue recordando que el peor momento fue el de mirarse al espejo tras la operación. Hubo momentos malos,… pero el cambio ya estaba en curso…

María es muy optimista a pesar de las dificultades porque ha descubierto lo que todos tenemos en realidad: una misión, su misión. Para María su vida tenía más sentido que nunca. María quería ser piloto, tener reconocimiento en un mundo de hombres, y así fue porque nadie le dijo que no podía hacerlo.

Y así es ella y así lo explica, de una forma sencilla y natural: “Sí he tenido un trastazo, pero son medallas, un poco heaves, pero son mis medallas, aún así tienes la suerte de sentirte fuerte.  He perdido la perspectiva 3d pero he ganado otra: la perspectiva de ver a quien me necesita, de preocuparme, de ver los problemas de los demás…  que antes con las prisas ni me percataba”.

Pero María esta ahora mucho en los medios de comunicación contando merecidamente su historia. Y para los periodistas les pidió solo una cosa: “Lo que miraría de cada uno de vosotros es la empatía, la sensibilidad para entenderme.  Está en vuestras manos, hay un millón de historias desconocidos. A raíz de estar en el bando de los “enfermitos” estoy escuchando historias alucinantes. ¡Qué importante es que te vean como una historia de superación!”.

Y colorín colorado este cuento se ha acaba… No. Espera no he dicho nada. Este cuento empieza ahora, por eso debería terminar este capítulo como empezó con un Erase una vez

Nuestra protagonista es claramente una heroína, es María de Villota. Y lo único que añadiría a su relato es una cosa: ¡BRAVO!





2 comentarios:

  1. Me ha encantado...¡Enhorabuena!

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  2. Una historia conmovedora que ayuda en estos momentos. Nuestra misión en la vida es adaptarse al cambio con la elegancia y dignidad de María de Villota. ¡Bravo por María y Helena!

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