A María le cambió la vida y ahora tiene una misión diferente
a la que creía. No solo la de hacer historia en el mundo del motor, sino hacer
historia en el mundo entero. Todo se mostró claramente tras un hecho que cambió
la visión de su vida.
Erase una vez una niña llamada María que desde pequeña
quiso ser piloto de fórmula 1 por la admiración que tenía a su padre. Cómo siempre
estaba rodeada del mundo del motor decidió quedarse en él. Ya desde pequeña se
le veía venir, su recompensa por sacar buenas notas era montar en el car. El
mundo del motor y de los coches era sin duda el mundo de María.
“Mi padre era la referencia, pero sin mi hermano yo no
hubiera pensado que una mujer tuviera cabida en el mundo del automovilismo. Él
fue el que me quitó los prejuicios y me inscribí,… no se piensa que ese es un
mundo para las mujeres”. Eso definió su vida, y obvió los límites para alcanzar
su meta, entrar en ese mundo de hombres y darle la vuelta. Y así comenzó a
crecer.
Tras decidir cambiar el mundo, había que empezar por hacer
su sueño realidad. Y para empezar había que hacer una prueba. De 2500 solo
seleccionaron a 5 y ella era la única mujer. María, inicialmente se quedó de
reserva, aunque entrenaba igual de duro que el resto de sus compañeros, pero no
estaba para competir. Ella rezaba para
entrar en el equipo, y justo Pablo tuvo un accidente al principio de la temporada
lo que hizo que entrara en la primera línea de combate y pude empezar a cumplir
su sueño.
Dio un salto a la categoría de la fórmula 3 por una
propuesta de un equipo austriaco. No sin dificultades, porque lo difícil de
este mundo es conseguir sponsor, pero de esto se encargaban los austríacos.
Como mujer María reconoce que el mayor reto era el físico,
no contaba, para mayor inri, con la
experiencia de ninguna mujer, por eso tuvo que entrenar de una forma específica
y muy dura. Así se decantó por estudiar INEF para tener más información, para
conocer la capacidad del cuerpo humano.
Y es aquí cuando toca su sueño María: llega una propuesta
para correr en un Fórmula 1. Tras una interesante oferta le preguntaron, ¿te
ves capaz? Y ni corta ni perezosa María contestó con valentía y decisión: “lo
importante no es que lo crea yo, sino que lo crea un cronómetro”. Tras esto, se
concertó la fecha para hacer la prueba en un fórmula 1, todo ello por supuesto
bajo secreto de sumario, porque aún no era oficial.
En estos momentos María se encuentra sin poder decírselo a
nadie y con una pared llena de apuntes y
escritos de todo lo que tenía que memorizar y aprender.
El día del test fue un 3 de agosto de 2011 y consistía en
una prueba en la que tenía que conducir un total de 300 kilómetros. Y por fin
vio María su coche de fórmula 1: “Cuando me subí al fórmula 1, sentí que tenía
un sitio en este mundo. ¡Tenía el coche a medida! Todos los coches anteriores me venían grandes
y este estaba hecho para mí”. María
estaba plenamente feliz.
Antes de la prueba, para que fuera válida, debía de realizar
un piloto lo mismo que haría María. Por eso mientras el piloto hacía “la crono”
a María le tocaba distraerse y seguir entrenando. “Yo me veía saltando a la
comba, con un calor de 3 de agosto mientras veía que mi rival corría a primera
hora de la mañana y que me tocaría hacer luego 300 kilómetros a las 3 de la
tarde”. En cada vuelta María bajaba el
tiempo y se quedó a un segundo de Román (el piloto anterior) con un neumático
viejo. Resultado: éxito total. Fichada para probar coches de fórmula 1. Su
labor sería participar en la formación de los coches. Tendría unas pruebas
aerodinámicas y repetir la prueba de nuevo para conseguir una licencia, que
consistía en repetir los 300 kilómetros en un fórmula 1, pero esta vez de forma
oficial.
El día 3 de julio día de la prueba en Inglaterra y tras un
año de recorrer medio mundo con su equipo María, con la compañía de su hermana
Isabel, se preparó como siempre, siendo muy
escrupulosa. “El montarse en un fórmula 1 es como ir a una gala, hay que
prepararse bien” puntualiza. Ese día fueron antes a la prueba aerodinámica. De
ese día nuestra protagonista no puede decir más. Ahí cambió todo.
Fue todo muy rápido, demasiado. María se subió al coche a las 9 de la mañana. Y todo ocurrió
en las primeras vueltas mientras calentaba motores. Fue justo en el momento de
acceso a la zona donde estaba el equipo. Pero algo falló. Había un camión mal estacionado con
las rampas justo a la altura de sus ojos, luego, la visera no pudo frenar nada
del impacto. Fue su cabeza la que lo hizo, con ella frenó el impacto contra el
camión.
Yo no me acuerdo de
nada a partir del accidente. Yo pensé que no tendría relevancia. Cuando estás
en el coche, ves en perspectiva, hacia delante, no ves lo que hay debajo de tus
ojos.
Desperté un 7 de
julio, con un poco de desorientación. Mi hermana Isabel que fue la primera en
llegar al sitio. De hecho en el mismo sitio del accidente hubo un parte de
defunción por la policía, porque pensó que era imposible que hubiese
sobrevivido.
Mi padre decía que
siempre era muy cabezona, por eso este melón que tengo lo soportó.
Lo más duro de pensar
era si tenía problemas cerebrales, pero al final no hubo nada. Era una gran
incógnita, pero estaba igual. Me acordaba de todos, no he perdido la memoria.
No he tenido secuelas. Tengo seis placas en la cabeza de titanio. La pérdida del
ojo fue inmediata.Un día te das cuenta de que tu vida no es tuya y que la
manejan otros hilos. Gracias a Dios,
a mi familia, a mis amigos, a mi novio…
te cambia la perspectiva en la vida, fui consciente de que mi vida, no es mía.
Tras la operación María se encaró al cirujano y le dijo que cómo le habían quitado el ojo sin
consultarle, que esa era su decisión. La señorita María cae en la cuenta de que
“no podemos decir ni en nuestra propia vida”. Ahí fue consciente del regalo que
tenía delante. Su misión ya había cambiado.
Los médicos no se lo creían, no se creían que María
estuviese viva, pero por suerte existen los milagros. Sin perder ni un minuto
su sentido del humor María bromeaba con
los médicos: “Cuando llegaba el octavo doctor a verme diciendo que me habían
operado yo solo pensaba ¡Todos se quieren colgar la medallita! Luego entiendes
que en 14 horas de operación debe de haber algún relevo”.
Una mujer guapa donde las haya. Con su parche, muy presumida
María, se encarga de combinarlo con su look, explica sus cicatrices y como
tiene una bastante grande en la pierna ¿pierna? ¿No fue todo en la cabeza? Sí,
pero había que reconstruirle la cara y usaron la pierna derecha para extraer
tejidos. Y como tiene una parte de la cara inmovilizada. Pero ella sigue
sonriendo mientras lo enseña. Aunque sigue recordando que el peor momento fue
el de mirarse al espejo tras la operación. Hubo momentos malos,… pero el cambio
ya estaba en curso…
María es muy optimista a pesar de las dificultades porque ha
descubierto lo que todos tenemos en realidad: una misión, su misión. Para María
su vida tenía más sentido que nunca. María quería ser piloto, tener reconocimiento
en un mundo de hombres, y así fue porque nadie le dijo que no podía hacerlo.
Y así es ella y así lo explica, de una forma sencilla y
natural: “Sí he tenido un trastazo, pero son medallas, un poco heaves, pero son
mis medallas, aún así tienes la suerte de sentirte fuerte. He
perdido la perspectiva 3d pero he ganado otra: la perspectiva de ver a quien me
necesita, de preocuparme, de ver los problemas de los demás… que antes con las prisas ni me percataba”.
Pero María esta ahora mucho en los medios de comunicación contando
merecidamente su historia. Y para los periodistas les pidió solo una cosa: “Lo
que miraría de cada uno de vosotros es la empatía, la sensibilidad para
entenderme. Está en vuestras manos, hay
un millón de historias desconocidos. A raíz de estar en el bando de los
“enfermitos” estoy escuchando historias alucinantes. ¡Qué importante es que te
vean como una historia de superación!”.
Y colorín colorado este cuento se ha acaba… No. Espera no he dicho nada.
Este cuento empieza ahora, por eso debería terminar este capítulo como empezó
con un Erase una vez…
Nuestra protagonista es claramente una heroína, es María de
Villota. Y lo único que añadiría a su relato es una cosa: ¡BRAVO!
Me ha encantado...¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUna historia conmovedora que ayuda en estos momentos. Nuestra misión en la vida es adaptarse al cambio con la elegancia y dignidad de María de Villota. ¡Bravo por María y Helena!
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