domingo, 27 de mayo de 2012

La economía en la propia piel

Murcia. 2007.

Tener un audi Q7 era lo más normal, llevar un nivel de vida desmesurado y superior al que te puedas permitir, el tener una casa en la playa, otra en el centro y otra en el campo era el pan de cada día. ¿por qué tantas casas? Por invertir. El negocio inmobiliario es el más eficaz, compras una casa y a la semana siguiente su valor aumenta y por tanto su precio.

Surgen licencias y permisos de construcción en terrenos donde antes no se podía construir. Todo va “viento en popa”, Murcia se convierte en una de las ciudades que más crece, donde el nivel y la calidad de vida aumenta, está en construcción el tranvía que tiene un recorrido absurdo, pero claro, se ampliará.

Murcia 2008.

Se oye algo sobre una crisis económica, un “boom inmobiliario” insostenible dicen algunos pesimistas.
El valor de la vivienda está desorbitado, para comprar una casa tienes que hipotecar hasta tus hijos.
En esos terrenos donde antes no se podía construir ahora hay centros comerciales y un nuevo estadio de fútbol.

Ese absurdo tramo de tranvía está terminado. Ahora se amplió a las universidades y centros comerciales para que pueda usarse.

Explota la burbuja inmobiliaria. Grandes constructoras cierran habiendo comprado terrenos y viéndose incapaces de hacerse cargo de una deuda.

Vas a las gasolineras a llenar el depósito de la moto y te encuentras más de una gasolinera vacía,  sin otra cosa aparte de hielos y patatas fritas.

Murcia 2012.

Hace 20 años un piso no llegaba a los 5 millones de las antiguas pesetas, antes de que la burbuja inmobiliaria estallara, ese mismo piso (de segunda mano, por supuesto) valía 30 millones. Se multiplicó por 6 su valor, porque el precio de algo es distinto del valor que tiene.

Ahora parece que va cuadrando todo, pero ¿A qué precio? A base de despidos, cierres, suspensión de pagos, jornadas reducidas de trabajo y paro, mucho paro. Que se traduce en un verano sin vacaciones, en ir más a pie que montados en el Audi, en la venta de alguna casa,... ¿Culpables? eso da igual, no lo van pagan lo que los hacen mal.

Helena Rodríguez Torres

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