Reflexión sobre la obra titulada Mujer sin Edén de Carmen Conde
La autora: Carmen Conde.
Carmen Conde nació en Cartagena
en 1907. Es la primera mujer en formar parte de la Academia tras la vacante por
la muerte de Mihura y es el miembro más joven de la generación del 27. Fueron Aleixandre
y Alonso quienes la presentaron a la Academia. Cuando Carmen Conde falleció en
1996, la Academia se quedó huérfana de mujeres hasta la llegada en 2002 de Ana
María Matute.
Al enterarse de la noticia de su
ingreso en la Academia, Conde declaró: “Creo que mi papel en la Academia es, en
primer lugar, colaborar con mis compañeros, y después, abrir el camino a todas
las mujeres que tengan una obra consistente. Hasta en esos mínimos detalles
habrá que abrir un precedente”.
Estudió Magisterio, se tituló en
Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia y fue una activa poetisa y
narradora. En 1931 fundó, junto con su marido Antonio Oliver Belmás, la primera
Universidad Popular de Cartagena debido a su gran interés para que la cultura
llegara a todos.
Para Carmen, la vida es la
palabra que si se estruja, lo que se oye es un lamento. Por eso tiene confianza
plena en el lenguaje. Ama la palabra y la escritura, con la que advierte su
belleza tan delicada. Estas son las palabras que Carmen le dedicó al lenguaje: "El
lenguaje es lo más humano que existe. Es un privilegio del hombre... Cada
palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento". Así definió
Conde la poesía: “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale
por la mano”. Se configura su poética como existencialismo poético en los años
40, pero es un existencialismo profundo que no se convierte en sentimentalismo.
Decía así cuál era su género
preferido: la poesía. Así definía su trabajo: “escritora, y como tal he tocado
muchos géneros, desde la novela hasta los cuentos de niños, el ensayo o la
biografía. Pero fundamentalmente soy poeta. Mi poesía es básicamente humana y,
por tanto, unida a aquellos que padecen persecución e injusticia”.
La figura de Conde es esencial
para la poética femenina española, tal y como ella misma dijo: “A partir de mi
obra, la poesía de la mujer española ha encontrado mejor camino para
expresarse”. Rompió las cadenas para liberalizar a las poetisas de su tiempo.
Gran defensora de la mujer así
de tajante se muestra: “Esta civilización de hombres nos ha llevado a la ruina.
Y las mujeres no hemos contribuido a ella. Ninguna mujer es responsable de los
últimos descubrimientos, porque una mujer no inventa ni descubre algo que
mata”.
Además se mostró tajante ante el
machismo que se vivía en los 70: “El machismo evidente en la lengua castellana
es triste consecuencia de la historia que arrastramos las mujeres españolas.
Pero los tiempos han cambiado, y la misma Academia se ha dado cuenta. Ya no son
los días en que doña Concepción Arenal decía que la mujer sólo podía ser
estanquera, reina o puta. Ahora también podemos ser académicas, gracias a
Dios”.
Jame Siles dice que la poesía de
Carmen Conde es de raíz quevediana y la define como una poesía de
Neoconceptismo metafísico. Aunque incluye efectos ultraístas y cubistas en su
obra ya que renuncia a la idea y forma del verso sustituyéndolo por un concepto
y sistema de dicción más ágil.
Este es el esquema que propone
Siles:
Eoconceptismo
+ existencialismo + metapoesía = contraste
con la desconfianza de la cultura y de
la sociedad, incluida la historia.
Conde tiene un collage de
influencias. Como autora perteneciente a la generación del 27, la presencia de
Góngora está como una de sus influencias principales como buena integrante de
la esta generación que celebraba el tercer centenario de uno de los máximos
exponentes del Siglo de Oro. Pero son varios los poetas que le influyen
directamente en su poesía como es Vicente Aleixandre o Dámaso Alonso. Por
supuesto, no puede faltar Juan Ramón Jiménez (inspiración que Carmen Conde
encontrará en Diario de Poeta y Mar).
Antonio Machado o Miguel Hernández al que conoció personalmente. También
Gabriel Miró, Juan Gil-Albert, Ramón Sijé, Ramón Gómez de la Serna. Ernestina de
Champourcin, que la conoció en el conocido Lyceum club femenino de Madrid, Gabriela
Mistral o Jorge Guillén. También leyó a Insúa, a Pérez Lugín y, muy
especialmente, a Palacio Valdés. Sentía también admiración por Pedro Mata. En
cuanto al ámbito religioso, Conde, era gran conocedora de Santa Teresa y de San
Juan de la Cruz.
A Juan Ramón le conoció gracias
a su marido, cuyo ánimo le hizo sentirse segura en la escritura y en su poesía.
En su “principio” de poeta, ella comenzó a leerle y quedó fascinada por su obra
Platero y yo. Por esta razón se
atrevió a escribirle esta carta el 25 de abril de 1927:
Demasiado
sabrá usted la impresión que su hermosísimo libro ha producido en todos sus
lectores; renuncio por lo tanto a describirle a usted la mía, ¡tan
insignificante frente a las otras! Sólo puedo decirle una cosa interesante; yo que
soy fuerte para todo, he llorado con su libro... [...] Yo le juro, admirado
sr., que con su libro, he sentido mejor y más tierna, y más altamente que con
ningún otro. Siento con toda mi alma, no saber decirle todas las emociones que
bajo la caricia de sus prosas, nacieron en mi alma. En gracia a mi devoción,
perdone usted los defectos de mi lenguaje.
Y aquí está la primera carta que
Carmen recibió de Juan Ramón el 4 de julio de 1927:
Srta.
Carmen Conde
Abellán,
Cartagena.
Muy
Srta. mía: me ha sido usted, por sus cartas y poemas, sumamente simpática. Le
envío, con el mayor gusto, “Platero y yo” —dedicado hace ya un mes— y estas
líneas que me pide usted tan atractiva, tan mimosamente. Es verdad que yo no
escribo a casi nadie, porque, en jeneral [sic], me parecen inútiles las cartas.
¿Qué ha hecho usted para que yo mire hacia Cartagena, sonriendo, esta mañana
hermosa de julio? Tengo un poco de miedo de su poder magnético, romántica amiga
lejana.
Su amigo,
Juan Ramón Jiménez
Velázquez, 96.4
Esto supuso que Juan Ramón la
incluyera en el índice de poetas elegidos para figurar en el primer número de
su revista Ley, aparecida en
noviembre de 1927. Entrando así, a formar parte de las minorías juanramonianas.
Dos autores destacaron
especialmente en la configuración de la poesía de Carmen Conde: Rubén Darío en
sus obras de Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza; y el otro,
era Gustavo Adolfo Bécquer. Gracias a su vecina Joaquina, ocho años mayor que
ella, Carmen tenía a su disposición un volumen de sus Obras Completas, el de las Rimas.
Así definía nuestra autora sus lecturas de Bécquer:
“Tener quince años y leer a
Bécquer —decía en 1936 la escritora— es una experiencia muy interesante. Fui
acompañada por Bécquer a lo largo y ancho de mi adolescencia. Ningún otro poeta
me ponía tan a tono con la divina melancolía, con la elogiada tristeza. [...]
Me invadieron las Rimas que más me gustaron leer, y toda mi memoria las ha
repetido siempre con la fruición de quien se reitera juramentos inolvidables”.
Francisca
Sánchez , la última mujer de Rubén Darío, a quien había atendido Carmen y su
marido Antonio en sus años finales, había conservado el riquísimo archivo de
Rubén Darío, y así al donarlo al matrimonio, este lo donó al Estado el archivo
del poeta.
De
ella hablaron amigos, poetas. Una muestra de lo Carmen producía en ellos y de
lo que significaba su poesía. Por ejemplo Dámaso Alonso dijo: “Primera fila de
nuestra poesía actual”.
Carmen Laforet: diría: “La obra
poética de Carmen Conde está por encima de cualquier encasillamiento que
pudiera limitar, angostar, la idea de poesía. Poeta como todos los poetas
grandes que hombre y mujer han sido y serán es Carmen Conde… ¡Cómo gritan en su
boca las bocas de todas las mujeres que han sido y serán, con su dolor, con su
éxtasis, su embriagado sufrimiento de injusticia!”.
Concha Zordoya alude a su libro Mujer sin Edén: “Este libro, insólita
manera de expresar la tragedia de la mujer… no es un libro feminista, combativo,
no; es un libro de la Mujer, nuestro libro”.
Y por último M.ª Pilar Palomo
declaraba de esta misma obra que : “Es el poema más intenso de vida e intuición
teológica, hecha verso a la vez varonil y esencialmente femenino. No recuerdo
otro poema de mujer, sobre la mujer eterna, tan esencial, tan impresionante,
tan bella y variadamente logrado en su unidad”. No pocos la han elogiado y
destacado su figura, dándole la importancia que merecía.
Con este trabajo se pretende
analizar una parte de su obra como es Mujer
sin Edén un libro clave en la obra poética de Carmen Conde que muestra su
madurez como poetisa.
Mujer sin Edén
Este libro recoge 36 poemas
distribuidos en cinco cantos en los que Carmen Conde muestra la incomprensión
de la mujer de su tiempo. Es un poema en prosa que está publicado en 1947. Aquí
muestra la condición dolorosa, frustrante que tiene y vive la mujer de su
época. Muestra la visión tanto social como personal de la mujer, siempre
narrada desde un ‘yo’ lírico femenino.
Como Rosario Hiriart advertía en
su antología que la obra Mujer sin Edén
era ya el punto culminante de un cambio que se venía produciendo en su obra
desde 1938. En toda esta obra se produce un diálogo con Dios venido por la
incertidumbre. Esto no es solo propio de este libro de Carmen Conde, sino de
toda su obra poética. Desde pequeña Carmen estudió y leyó la Biblia con un
ahínco y detenimiento indiscutible, así lo declaraba ella misma:
“Y tranquilamente me voy con
ella al cementerio, que está al lado casi. Éste
va a ser mi lugar de retiro para
leer en paz, ya que mi madre no aprueba mis
lecturas apasionadas. El
cementerio da al mar, y yo me instalo junto a las barandas
y veo el mar y leo la Biblia. Me
impresiona mucho leer en una columna
que una lágrima se marchita, una
oración la recoge Dios. Rezo y evito llorar
aunque me den ganas cuando veo
algún entierro por allí cerca. Naturalmente
que nadie sabe, cuando digo que
me voy a jugar, que es al cementerio adonde
me voy con mi Biblia”
Además en este libro hay una
anulación del tiempo, no importa el cuándo. Tiene una fuerte carga metafísica
que se muestra en cada poema. Aparece esa nostalgia paradisiaca propia de
Vicente Aleixandre y ese existencialismo de Dámaso Alonso.
Jame Siles afirma que en esta
obra, Carmen explota todas las posibilidades lingüísticas de la sintaxis de la
Biblia, como en antaño había explotado la del versículo.
El erotismo que encontramos en
esta obra es fruto de lo que la sociedad considera un amor prohibido. Carmen
tiene más fe en el instinto que en el convencionalismo que impone la historia y
la sociedad. Por lo que encontramos es una especie de frenesí místico-erótico,
que reivindica en ocasiones lo absurdo de los convencionalismos sociales.
Vamos pues a analizar las cinco
partes en que se divide la obra.
Canto primero: En este canto la mujer toma de
conciencia. La mujer ha sido expulsada del Edén, igual que Adán, pero en ella
recae la culpa, aun así ella se siente necesaria. Lo curioso es que rechaza
toda idea de inmortalidad que se aprecia en el poema ‘Respuesta de la mujer’:
Sí, ya sé que moriremos. Lo
prefiero.
Morir será volver a la
sustancia.
…
Eternos, no. Gracias, Jehová.
Eternos, no.
Lo forman tres largos poemas en los que Eva (también aludida más
adelante como AVE y que está enfrentada a la figura de María) describe el
jardín del Edén del que ha sido expulsada por su causa, por su desobediencia,
pero lo cuenta desde su punto de vista. No se siente culpable, ni siente miedo
ante lo nuevo, ni ante Dios. En este nuevo mundo se ve atraída por Adán,
expresado de una forma muy sensual, donde Eva no siente la sexualidad como
pecado, sino como algo natural, sin estigmas sociales. Recordemos que Carmen
Conde se fía antes de la naturaleza que de los convencionalismos culturales.
Estos tres poemas son: ‘Arrojada al jardín con el hombre’, ‘Nostalgia
del hombre’ y ‘Respuesta de la mujer’.
En el poema titulado ‘Respuesta
de la mujer’, Eva reivindica la libertad, rechazando la vida eterna. Carmen
expresa en esta obra que Dios tiene celos de la mujer porque también posee la
capacidad de crear.
Me abandonaste al manzano y la
serpiente
cerrando el camino de la vida
edénica
con el Ángel, que revuelve mil
espadas
mordientes con sus lumbres
vengadoras.
Canto Segundo: salida al mundo, posesión del
mismo, es un enfrentarse a la realidad. Es el canto más largo de Mujer sin Edén, compuesto por 15 poemas.
En el poema “Primera noche en la tierra” Carmen derrocha sensualidad:
Toma el paraíso de mi cuerpo:
Mis labios son de ascua, mis
hogueras
Serán lo único vivo de la noche.
Más fuerte que el amor no será el
cierzo .
Más dura que tu pecho no es la
sombra.
Defiéndete de mí, estoy buscando
Olvido de las selvas que no
huelo.
Y a partir de ahí se centra en
el castigo bíblico: el parir con dolor, o que es la tierra la que tienen que
labrar, cultivar y trabajar, frutos, flores,… naturaleza. La tierra es su nuevo
hogar. Influencia de Alexaindre en el himno de Sombra del Paraíso (escrito entre 1939 y 1943 y publicado en Madrid
en 1944). Aquí un ejemplo de Alexaindre:
En mi alma nacía el día.
Brillando
estaba de ti; tu alma en mí
estaba.
Sentí dentro, en mi boca, el
sabor a la aurora.
Mis ojos dieron su dorada
verdad. Sentí a los pájaros
en mi frente piar, ensordeciendo
mi corazón. Miré por dentro
los ramos, las cañadas
luminosas, las alas variantes,
y un vuelo de plumajes de color,
de encendidos
presentes me embriagó, mientras
todo mi ser a un mediodía,
raudo, loco, creciente se
incendiaba
y mi sangre ruidosa se despeñaba
en gozos
de amor, de luz, de plenitud, de
espuma.
Encuentra la mujer un mundo
virgen, unas tierras inexploradas, nuevas. Brinda al hombre otro Edén: ‘toma el
paraíso de mi cuerpo’. Es consciente de su capacidad creadora. Poemas más
sensuales. Juventud ya que Carmen rechaza la vejez como veremos más adelante en
el siguiente canto. Aparecen los ángeles figura importante para Conde que para
ella significa o simboliza el destino.
Como Dios no quiere a la mujer,
tampoco querrá a su primer hijo Caín, por haber sido engendrado en el Jardín
contra el mandato divino. Caín= desobediencia femenina. Poema clave: ‘Canción
al primer hijo’.
En ‘Habla de sus hijos de Dios’
abarca la idea del nacimiento del odio entre seres humanos, por las diferencias
injustas, discriminaciones por raza,… Las razas y diferencias nacen de la ira
de Dios a la mujer.
Canto Tercero: sigue las pautas bíblicas en
estos cuatro poemas: ‘Diluvio’, ‘Junto al mar’, ‘Imprecación a la vejez’ y ‘La
mujer no comprende’. Hace un repaso por la Biblia o el Antiguo Testamento
(Sodoma y Gomorra o el Diluvio por ejemplo). Es la transición al Nuevo Testamento.
Tras el diluvio, la mujer descubre el mar, exaltación de los cuerpos jóvenes.
Aspiración máxima al placer. Es el estado de ignorancia en que la tradición
religiosa ha mantenido a las mujeres.
Canto Cuarto: Compuesto de doce poemas este
canto es lo más próximo a lo religioso por la presencia de Jesús y María: Nuevo
Testamento. Lo telúrico. La mujer se siente unida al cielo, busca el amor de
Dios. Es panteísmo. Aquí se hacen alusiones al Evangelio, por lo que Eva pasa a
convertirse en María. El Mal y el Bien. El ejemplo de lo que debe ser la mujer
y el rechazo a lo que no debe ser.
En ‘Visión’ aparecen elementos
de la apocalipsis: bestias, el río, el dragón,… y en ‘Ya a los pies de Jesús’.
Ve en Jesucristo la comprensión que no obtuvo del Dios Padre.
Soy fragrante mujer, y peco por
amor…
¡Tú lo sabes y hablas conmigo,
Tú, Señor!
Canto Quinto: En este último canto solo hay
dos poemas ‘Súplica final de la mujer’ y ‘Meditando la mujer ahora’. Aquí se
aprecia cómo es la situación de la mujer quien vive con dolor y amor en el
tiempo presente. ‘Señor, ¿Tu no perdonas?’ es la queja de la mujer. Insistencia
en el origen del odio que procede de la culpa. Destino injusto, del que la
mujer quiere librarse. Destierro real del Jardín del Edén es la injusticia
hacia la mujer. Se siente condenada sin motivo. Tiene tintes del retomo
existencialista de Calderón. Son las meditaciones de la mujer de su tiempo que
repasa su evolución y sueña con la salvación explicado en el poema ‘Súplica
final de la mujer’.
En definitiva, esta obra explica
el destierro que sufre la mujer en el Edén comparándolo con el destierro que
sufre en la época que Carmen vivió.
Refleja la injusticia, la frustración de no comprender el rechazo que
sufre la mujer y como por el mero hecho de serlo ya está condenada.
Simbología.
Para tener un mejor conocimiento
de esta gran y madura obra de Carmen Conde, debemos tener en
cuenta una serie de
simbologías en la poética de esta autora.
Un ejemplo de su simbología es
la figura de Dios, el eje central de la obra Mujer sin Edén. Tal y como dice Leopoldo de Luis: ‘es lo más
original y profundo de este poemario”. Carmen interpreta que el Creador quería
al hombre para sí, y con la mujer, lo pierde. Por eso que Dios tiene celos de
la mujer, por eso su exclusión, su papel secundario en la historia y está
condenada por ello.
Los ángeles. Para Conde
simbolizan el destino. Se puede ver claramente en el poema ‘Visión de los
ángeles’. Los ángeles suponen la separación del Edén, personifican el acto de
expulsión, tanto de forma espiritual como de forma física, lo separan del
Jardín y de Dios. Ellos se encargan de expulsarles. Son el destino, la lucha
entre fuerzas interiores y virtudes. Llevan sus espadas de fuego que son armas
de escisión entre el paraíso y el castigo
El Mar, parte fundamental de la
vida de nuestra autora, inseparable de su obra poética, no podía faltar en esta
obra. Tiene varios significados: belleza, abismo, misterio, es el lugar donde
se satisfacen los sueños humanos. Se puede ver en su poema ‘Junto al mar’. Aquí
se expresan de verdad sus sentimientos, en su estilo más puro. La mujer es ella
misma en el mar. Es ese ‘algo’ inmenso donde todo desemboca.
La naturaleza también forma
parte de sus inquietudes poéticas, según el catedrático murciano Francisco Díez
de Revenga, por eso invoca al mar en momentos de soledad y destierro. La
naturaleza es donde se encuentra a Dios, es meditación. Pero también es símbolo
de muerte.
La rosa simboliza la idea de
juventud, una idea propia de la tradición del Modernismo, de Juan Ramón
Jiménez, o Rubén Darío, en esta simbología se aprecian sus influencias.
La Mujer. Para Carme Conde la
mujer es Naturaleza. Es la mujer distrae al hombre de Dios, por esto Este la
rechaza. Es la gran incomprendida de la sociedad, la indefensa más fuerte que
es rechazada por la sociedad, e incluso por las propias mujeres debido a la
presión social, a los convencionalismos.
Textos
Canto primero. Último poema. Aquí Carmen cede
la palabra a Eva, quien defiende su libertad, que para ella es vivir.
‘Respuesta de la mujer’
¿Dios hizo su mundo por hastío
de aquella soledad divina[1]?
Extático[2] el Jardín iba a quedarse,
a solas, porque nadie impulsaría
una voz por el azul sereno puro.
Tú, réplica de Dios, hombre callado:[3]
¿irías a dormirte siempre el
sueño
que yo sobresalté, porque Dios
quiso
hacerme despertar
[4]junto al
olvido?
Mas, ¿y la voluntad del ser
creado?
Nacer y respirar, sentirse vivo,[5]
¿no es ya la libertad de querer
mucho?
A quererse enseñé hasta a las
flores.
Que todos repitieran su criatura
en óleos de alabanzas jubilosas.
Si es que soy tu
mal, que me retornen[6]
a tu espalda castigada por mi
fuego.
Canto Segundo. Se lleva a cabo el castigo
bíblico. Se ve reflejado en el segundo poema de este canto:
Evocación de las Palabras de
Dios
“¡Tarde y mañana será el día
sexto!
Señoreadlo todo: peces de la
mar, los pájaros,
Toda cuanta hierba da simiente
y está sobre la haz de nuestra
tierra.
Todo árbol de fruto con simiente
tenéis para comer.
Y a toda bestia con las del
cielo aves.
y aquello que se mueva con su
vida,
hierba, verde hierba dulce y
fresca.
Les será para comer.”
Y a poco,
El maldecir de aquellas dádivas[7]:
“Multiplicaré tus dolores y
preñeces,
con dolor parirás los hijos;
a tu marido será tu deseo,
y él se te enseñoreará.
Más tú, hombre, del árbol no has
de comer. Maldita
será la tierra por amor de ti.
Con angustia comerás siempre de
ella
Cuantos días tengáis por
delante.”
Con pieles nos vestiste para
echarnos.
¡Oh mi cuerpo
desnudo[8],
tibio ramo de mi cuerpo tan
suave!
¡La fuente del placer, rosas de mis pechos[9]
Cerrándose a la luz, por
conocerse!
Canto
tercero. Canto
de transición entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
‘Junto
al Mar’
No pastoreas tú el mar. Ni yo lo
aro.
Al verlo despertóse en mí la
angustia
creyéndolo gemelo de la tierra.
¡El mar no acaba, el mar se
crece
y es mar que como cielo oscuro
y tierra delicada de la orilla!
Metiéndome yo en
él, ya no soy Eva[10].
No pienso, no me muevo, me
abandono…
Flotándolo me entrego y se me
entrega
en un largo tomar que me
desangra.
La fuerza que contiene en su
sustancia
renace y muere en sí. Es Dios el mar[11].
¡Es el mar áspero, criatura
de Dios eterna: su morada!
Estaba hecho y
sigue así: el mar continuo.[12]
Temí al encontrármelo tendido
que hubiéramos de herirlo con la
reja,
sacándole las flores de su
espuma.
…
Su cuerpo
funde el mío, lo levanta[13]
igual que a un fruto vorazmente
agasajado.
¡Mar, oh mar, que eres
ardiente barro deshecho[14]!
Tierras para ir no las quisiera[15].
¡Déjame en el mar,
que me penetre siempre el mar!
Canto
Cuarto.
‘La mujer divinizada’
Soy la virgen. Soy
doncella. Soy María.[16]
No supe de varón. Llegado el Ángel[17],
pasóme con su voz al cuerpo
intacto
temblor de requeridas cumbres.
¡Hágase el Hijo aquí!
Igual es a un rumor resucitado
que comienza en mi seno
dulcemente.
Palabra de Palabra
es la engrendrada[18].
Resueno su mandato.
Soy lúcida paloma. Soy campana
y rosa de salud inmarchitable.
Yo, la Elegida.
Jehová me perdonó. Vuelvo a su gracia[19]
pariéndole su Hijo, el
Preferido.
Canto
quinto.
‘Súplica final de la mujer’
Señor, ¿Tú no perdonas? Si
perdonara tu olvido
Ya no pariría
hombres con odio[20],
Ni seguiría arando cada día más
estrechas
Las sendas de los trigos entre
zanjas de sangre.
La fuente de mi parto no se
restaña de sangre.
La fuente de mi parto no se
restaña nunca.
Yo llego las entrañas por raíces de siglos[21],
Y ellos me las cogen, las
hunden, las levantan
Para tirarlas siempre a las fosas del llanto.[22]
Señor, mi Dios, un día creí que Tú eras mío[23]
porque bajaste a mí alumbrando
mi carne
con el alma que allá, al sacarme
del hombre,
metiste entre mis huesos con tu
soplo aurora.
Mas, ¿no perdonas Tú? Y no es
gozo el que tuve
después del gozo inmenso en el
Jardín robado.
Me sigues en la tierra,
retorciendo mis pechos
Con labios de criaturas, con
dientes demoníacos.
No hay lecho que me guarde, ¡ni
de tierra siquiera!
Los muertos
me sepultan, [24]y
obligada a vivir
Aparto sus plomadas y vuelvo a dar la vida.[25]
Conclusión:
En cada
poema de cada canto se puede apreciar el lamento de la mujer, como está
condenada a vivir en un mundo donde no se la comprende. Un mundo que la
aparta y se la discrimina por el mero
hecho de ser mujer, sin razón alguna.
Aun
así, a pesar de estar desplazada, la mujer se muestra como un ser fuerte, que
se antepone a las dificultades que encuentra en el día a día, es ella la que
soporta mejor el dolor, parece que está predestinada a él.
Carmen
Conde, es esta obra considerada como una de la más madura de su obra poética, exalta
la figura femenina de modo que el lector pueda comprender la situación de
incomprensión que vivía la mujer en su época, por eso acerca la vida de dolor,
de rechazo que vive.
Cada
poema derrocha la pasión propia de la autora, con una fuerza y vitalidad que
sólo Carmen Conde puede darle.
[1] Por
hastío se entiende que hizo el mundo por entretenimiento.
[2] El
Jardín quedaría en éxtasis eterno porque nadie lo puede apreciar ahora sin Adán
y Eva, ni contemplar su belleza.
[3]
Referencia a Adán. Si no fuera por el pecado original de Eva, Adán no hubiera
conocido la libertad, la vida real y sensorial.
[4] Dios
quiso que Eva cometiera el pecado, podría haberlo evitado.
[5] Es
necesaria la expulsión del Edén para conocer la vida. Expulsión como
liberación.
[6] Eva no
siente culpa por haber comido el fruto prohibido.
[7] En poco
tiempo se retractó Dios y los maldijo condenándolos a vivir fuera del Edén. Les
reclamó sus regalos.
[8] Al salir
del Edén se enfrentaron con el pudor y la vergüenza de su cuerpo desnudo, pero
a Eva no le importa. Lo ve como algo positivo, hermoso, radiante de pasión y de
vida. Gracias al castigo divino puede exaltar su cuerpo y su juventud.
[9] Cuerpo
como fuente de placer, como algo sensual y placentero.
[10] El mar
como evasión de la realidad, le hace sentirse viva.
[11] Es
bello, bravo, impredecible.
[12] El mar
está desde el inicio de los tiempos, desde que fueron expulsados. Es un trozo
de Edén en la Tierra.
[13] Comparación
del mar con el cuerpo joven.
[14] Del
barro de donde Dios creó a Adán. Comparación de nuevo del mar con la mujer.
[15]
Prefiere el mar, donde Eva se encuentra a gusto, sin ser castigada. Las
prefiere porque se siente más viva, sin culpa.
[16] Una
mujer desterró a los humanos (Eva), pero otra los salvará (la Virgen María).
[17] El arcángel
San Gabriel se le apareció a María en la Anunciación y así marcó su destino
(simbología de los ángeles para Conde).
[18] El
poder de la palabra que se hace obra.
[19] Dios
escoge a una mujer para que alumbre a su Hijo Jesuscristo, con el que Carmen
Conde siente más afinidad que el Dios Padre.
[20] Con
odio, con diferencias raciales. Refleja en sus hijos la discriminación que
llevará a cabo la humanidad.
[21]
Discriminada desde el inicio de la humanidad.
[22]
Humillación.
[23] Creyó
que con dar a luz a Jesucristo, Dios la perdonó y le quitó la condena de ser
rechazada. Pero no fue así y la mujer siguió desterrada en el mundo de los
hombres.
[24] Las
tradiciones la sepultan, la historia deja de lado a la mujer, dejándola como
ser insignificante que no puede participar en una sociedad de hombres.
[25] Aun
así, a pesar del peso de la tradición, la mujer persiste, en continua lucha.
Enhorabuena por la presentación de este libro tan esencial en la poesía española de su tiempo y para el feminismo de todas las edades.
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