jueves, 28 de mayo de 2015

Carmen Conde: Mujer sin Edén

Reflexión sobre la obra titulada Mujer sin Edén de Carmen Conde

La autora: Carmen Conde. 

Carmen Conde nació en Cartagena en 1907. Es la primera mujer en formar parte de la Academia tras la vacante por la muerte de Mihura y es el miembro más joven de la generación del 27. Fueron Aleixandre y Alonso quienes la presentaron a la Academia. Cuando Carmen Conde falleció en 1996, la Academia se quedó huérfana de mujeres hasta la llegada en 2002 de Ana María Matute.

Al enterarse de la noticia de su ingreso en la Academia, Conde declaró: “Creo que mi papel en la Academia es, en primer lugar, colaborar con mis compañeros, y después, abrir el camino a todas las mujeres que tengan una obra consistente. Hasta en esos mínimos detalles habrá que abrir un precedente”.

Estudió Magisterio, se tituló en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia y fue una activa poetisa y narradora. En 1931 fundó, junto con su marido Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena debido a su gran interés para que la cultura llegara a todos.

Para Carmen, la vida es la palabra que si se estruja, lo que se oye es un lamento. Por eso tiene confianza plena en el lenguaje. Ama la palabra y la escritura, con la que advierte su belleza tan delicada. Estas son las palabras que Carmen le dedicó al lenguaje: "El lenguaje es lo más humano que existe. Es un privilegio del hombre... Cada palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento". Así definió Conde la poesía: “La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”. Se configura su poética como existencialismo poético en los años 40, pero es un existencialismo profundo que no se convierte en sentimentalismo.

Decía así cuál era su género preferido: la poesía. Así definía su trabajo: “escritora, y como tal he tocado muchos géneros, desde la novela hasta los cuentos de niños, el ensayo o la biografía. Pero fundamentalmente soy poeta. Mi poesía es básicamente humana y, por tanto, unida a aquellos que padecen persecución e injusticia”.

La figura de Conde es esencial para la poética femenina española, tal y como ella misma dijo: “A partir de mi obra, la poesía de la mujer española ha encontrado mejor camino para expresarse”. Rompió las cadenas para liberalizar a las poetisas de su tiempo.

Gran defensora de la mujer así de tajante se muestra: “Esta civilización de hombres nos ha llevado a la ruina. Y las mujeres no hemos contribuido a ella. Ninguna mujer es responsable de los últimos descubrimientos, porque una mujer no inventa ni descubre algo que mata”.

Además se mostró tajante ante el machismo que se vivía en los 70: “El machismo evidente en la lengua castellana es triste consecuencia de la historia que arrastramos las mujeres españolas. Pero los tiempos han cambiado, y la misma Academia se ha dado cuenta. Ya no son los días en que doña Concepción Arenal decía que la mujer sólo podía ser estanquera, reina o puta. Ahora también podemos ser académicas, gracias a Dios”.

Jame Siles dice que la poesía de Carmen Conde es de raíz quevediana y la define como una poesía de Neoconceptismo metafísico. Aunque incluye efectos ultraístas y cubistas en su obra ya que renuncia a la idea y forma del verso sustituyéndolo por un concepto y sistema de dicción más ágil.

Este es el esquema que propone Siles:
Eoconceptismo + existencialismo + metapoesía = contraste con la desconfianza de la cultura y de la sociedad, incluida la historia.

Conde tiene un collage de influencias. Como autora perteneciente a la generación del 27, la presencia de Góngora está como una de sus influencias principales como buena integrante de la esta generación que celebraba el tercer centenario de uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro. Pero son varios los poetas que le influyen directamente en su poesía como es Vicente Aleixandre o Dámaso Alonso. Por supuesto, no puede faltar Juan Ramón Jiménez (inspiración que Carmen Conde encontrará en Diario de Poeta y Mar). Antonio Machado o Miguel Hernández al que conoció personalmente. También Gabriel Miró, Juan Gil-Albert, Ramón Sijé, Ramón Gómez de la Serna. Ernestina de Champourcin, que la conoció en el conocido Lyceum club femenino de Madrid, Gabriela Mistral o Jorge Guillén. También leyó a Insúa, a Pérez Lugín y, muy especialmente, a Palacio Valdés. Sentía también admiración por Pedro Mata. En cuanto al ámbito religioso, Conde, era gran conocedora de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz.

A Juan Ramón le conoció gracias a su marido, cuyo ánimo le hizo sentirse segura en la escritura y en su poesía. En su “principio” de poeta, ella comenzó a leerle y quedó fascinada por su obra Platero y yo. Por esta razón se atrevió a escribirle esta carta el 25 de abril de 1927:

Demasiado sabrá usted la impresión que su hermosísimo libro ha producido en todos sus lectores; renuncio por lo tanto a describirle a usted la mía, ¡tan insignificante frente a las otras! Sólo puedo decirle una cosa interesante; yo que soy fuerte para todo, he llorado con su libro... [...] Yo le juro, admirado sr., que con su libro, he sentido mejor y más tierna, y más altamente que con ningún otro. Siento con toda mi alma, no saber decirle todas las emociones que bajo la caricia de sus prosas, nacieron en mi alma. En gracia a mi devoción, perdone usted los defectos de mi lenguaje.

Y aquí está la primera carta que Carmen recibió de Juan Ramón el 4 de julio de 1927:
Srta.
Carmen Conde Abellán,
Cartagena.
Muy Srta. mía: me ha sido usted, por sus cartas y poemas, sumamente simpática. Le envío, con el mayor gusto, “Platero y yo” —dedicado hace ya un mes— y estas líneas que me pide usted tan atractiva, tan mimosamente. Es verdad que yo no escribo a casi nadie, porque, en jeneral [sic], me parecen inútiles las cartas. ¿Qué ha hecho usted para que yo mire hacia Cartagena, sonriendo, esta mañana hermosa de julio? Tengo un poco de miedo de su poder magnético, romántica amiga lejana.
Su amigo,
Juan Ramón Jiménez Velázquez, 96.4

Esto supuso que Juan Ramón la incluyera en el índice de poetas elegidos para figurar en el primer número de su revista Ley, aparecida en noviembre de 1927. Entrando así, a formar parte de las minorías juanramonianas.

Dos autores destacaron especialmente en la configuración de la poesía de Carmen Conde: Rubén Darío en sus obras de Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza; y el otro, era Gustavo Adolfo Bécquer. Gracias a su vecina Joaquina, ocho años mayor que ella, Carmen tenía a su disposición un volumen de sus Obras Completas, el de las Rimas. Así definía nuestra autora sus lecturas de Bécquer:
“Tener quince años y leer a Bécquer —decía en 1936 la escritora— es una experiencia muy interesante. Fui acompañada por Bécquer a lo largo y ancho de mi adolescencia. Ningún otro poeta me ponía tan a tono con la divina melancolía, con la elogiada tristeza. [...] Me invadieron las Rimas que más me gustaron leer, y toda mi memoria las ha repetido siempre con la fruición de quien se reitera juramentos inolvidables”.

Francisca Sánchez , la última mujer de Rubén Darío, a quien había atendido Carmen y su marido Antonio en sus años finales, había conservado el riquísimo archivo de Rubén Darío, y así al donarlo al matrimonio, este lo donó al Estado el archivo del poeta.

De ella hablaron amigos, poetas. Una muestra de lo Carmen producía en ellos y de lo que significaba su poesía. Por ejemplo Dámaso Alonso dijo: “Primera fila de nuestra poesía actual”.

Carmen Laforet: diría: “La obra poética de Carmen Conde está por encima de cualquier encasillamiento que pudiera limitar, angostar, la idea de poesía. Poeta como todos los poetas grandes que hombre y mujer han sido y serán es Carmen Conde… ¡Cómo gritan en su boca las bocas de todas las mujeres que han sido y serán, con su dolor, con su éxtasis, su embriagado sufrimiento de injusticia!”.

Concha Zordoya alude a su libro Mujer sin Edén: “Este libro, insólita manera de expresar la tragedia de la mujer… no es un libro feminista, combativo, no; es un libro de la Mujer, nuestro libro”.
Y por último M.ª Pilar Palomo declaraba de esta misma obra que : “Es el poema más intenso de vida e intuición teológica, hecha verso a la vez varonil y esencialmente femenino. No recuerdo otro poema de mujer, sobre la mujer eterna, tan esencial, tan impresionante, tan bella y variadamente logrado en su unidad”. No pocos la han elogiado y destacado su figura, dándole la importancia que merecía.

Con este trabajo se pretende analizar una parte de su obra como es Mujer sin Edén un libro clave en la obra poética de Carmen Conde que muestra su madurez como poetisa.



Mujer sin Edén

Este libro recoge 36 poemas distribuidos en cinco cantos en los que Carmen Conde muestra la incomprensión de la mujer de su tiempo. Es un poema en prosa que está publicado en 1947. Aquí muestra la condición dolorosa, frustrante que tiene y vive la mujer de su época. Muestra la visión tanto social como personal de la mujer, siempre narrada desde un ‘yo’ lírico femenino.

Como Rosario Hiriart advertía en su antología que la obra Mujer sin Edén era ya el punto culminante de un cambio que se venía produciendo en su obra desde 1938. En toda esta obra se produce un diálogo con Dios venido por la incertidumbre. Esto no es solo propio de este libro de Carmen Conde, sino de toda su obra poética. Desde pequeña Carmen estudió y leyó la Biblia con un ahínco y detenimiento indiscutible, así lo declaraba ella misma:
“Y tranquilamente me voy con ella al cementerio, que está al lado casi. Éste
va a ser mi lugar de retiro para leer en paz, ya que mi madre no aprueba mis
lecturas apasionadas. El cementerio da al mar, y yo me instalo junto a las barandas
y veo el mar y leo la Biblia. Me impresiona mucho leer en una columna
que una lágrima se marchita, una oración la recoge Dios. Rezo y evito llorar
aunque me den ganas cuando veo algún entierro por allí cerca. Naturalmente
que nadie sabe, cuando digo que me voy a jugar, que es al cementerio adonde
me voy con mi Biblia”

Además en este libro hay una anulación del tiempo, no importa el cuándo. Tiene una fuerte carga metafísica que se muestra en cada poema. Aparece esa nostalgia paradisiaca propia de Vicente Aleixandre y ese existencialismo de Dámaso Alonso.

Jame Siles afirma que en esta obra, Carmen explota todas las posibilidades lingüísticas de la sintaxis de la Biblia, como en antaño había explotado la del versículo.

El erotismo que encontramos en esta obra es fruto de lo que la sociedad considera un amor prohibido. Carmen tiene más fe en el instinto que en el convencionalismo que impone la historia y la sociedad. Por lo que encontramos es una especie de frenesí místico-erótico, que reivindica en ocasiones lo absurdo de los convencionalismos sociales.

Vamos pues a analizar las cinco partes en que se divide la obra.
Canto primero: En este canto la mujer toma de conciencia. La mujer ha sido expulsada del Edén, igual que Adán, pero en ella recae la culpa, aun así ella se siente necesaria. Lo curioso es que rechaza toda idea de inmortalidad que se aprecia en el poema ‘Respuesta de la mujer’:
Sí, ya sé que moriremos. Lo prefiero.
Morir será volver a la sustancia.
Eternos, no. Gracias, Jehová. Eternos, no.

Lo forman tres largos poemas en los que Eva (también aludida más adelante como AVE y que está enfrentada a la figura de María) describe el jardín del Edén del que ha sido expulsada por su causa, por su desobediencia, pero lo cuenta desde su punto de vista. No se siente culpable, ni siente miedo ante lo nuevo, ni ante Dios. En este nuevo mundo se ve atraída por Adán, expresado de una forma muy sensual, donde Eva no siente la sexualidad como pecado, sino como algo natural, sin estigmas sociales. Recordemos que Carmen Conde se fía antes de la naturaleza que de los convencionalismos culturales.

Estos tres poemas son: ‘Arrojada al jardín con el hombre’, ‘Nostalgia del hombre’ y ‘Respuesta de la mujer’.

En el poema titulado ‘Respuesta de la mujer’, Eva reivindica la libertad, rechazando la vida eterna. Carmen expresa en esta obra que Dios tiene celos de la mujer porque también posee la capacidad de crear.
Me abandonaste al manzano y la serpiente
cerrando el camino de la vida edénica
con el Ángel, que revuelve mil espadas
mordientes con sus lumbres vengadoras.

Canto Segundo: salida al mundo, posesión del mismo, es un enfrentarse a la realidad. Es el canto más largo de Mujer sin Edén, compuesto por 15 poemas. En el poema “Primera noche en la tierra” Carmen derrocha sensualidad:
Toma el paraíso de mi cuerpo:
Mis labios son de ascua, mis hogueras
Serán lo único vivo de la noche.
Más fuerte que el amor no será el cierzo .
Más dura que tu pecho no es la sombra.
Defiéndete de mí, estoy buscando
Olvido de las selvas que no huelo.

Y a partir de ahí se centra en el castigo bíblico: el parir con dolor, o que es la tierra la que tienen que labrar, cultivar y trabajar, frutos, flores,… naturaleza. La tierra es su nuevo hogar. Influencia de Alexaindre en el himno de Sombra del Paraíso (escrito entre 1939 y 1943 y publicado en Madrid en 1944). Aquí un ejemplo de Alexaindre:
En mi alma nacía el día. Brillando
estaba de ti; tu alma en mí estaba.
Sentí dentro, en mi boca, el sabor a la aurora.
Mis ojos dieron su dorada verdad. Sentí a los pájaros
en mi frente piar, ensordeciendo
mi corazón. Miré por dentro
los ramos, las cañadas luminosas, las alas variantes,
y un vuelo de plumajes de color, de encendidos
presentes me embriagó, mientras todo mi ser a un mediodía,
raudo, loco, creciente se incendiaba
y mi sangre ruidosa se despeñaba en gozos
de amor, de luz, de plenitud, de espuma.

Encuentra la mujer un mundo virgen, unas tierras inexploradas, nuevas. Brinda al hombre otro Edén: ‘toma el paraíso de mi cuerpo’. Es consciente de su capacidad creadora. Poemas más sensuales. Juventud ya que Carmen rechaza la vejez como veremos más adelante en el siguiente canto. Aparecen los ángeles figura importante para Conde que para ella significa o simboliza el destino.

Como Dios no quiere a la mujer, tampoco querrá a su primer hijo Caín, por haber sido engendrado en el Jardín contra el mandato divino. Caín= desobediencia femenina. Poema clave: ‘Canción al primer hijo’.

En ‘Habla de sus hijos de Dios’ abarca la idea del nacimiento del odio entre seres humanos, por las diferencias injustas, discriminaciones por raza,… Las razas y diferencias nacen de la ira de Dios a la mujer.

Canto Tercero: sigue las pautas bíblicas en estos cuatro poemas: ‘Diluvio’, ‘Junto al mar’, ‘Imprecación a la vejez’ y ‘La mujer no comprende’. Hace un repaso por la Biblia o el Antiguo Testamento (Sodoma y Gomorra o el Diluvio por ejemplo). Es la transición al Nuevo Testamento. Tras el diluvio, la mujer descubre el mar, exaltación de los cuerpos jóvenes. Aspiración máxima al placer. Es el estado de ignorancia en que la tradición religiosa ha mantenido a las mujeres.

Canto Cuarto: Compuesto de doce poemas este canto es lo más próximo a lo religioso por la presencia de Jesús y María: Nuevo Testamento. Lo telúrico. La mujer se siente unida al cielo, busca el amor de Dios. Es panteísmo. Aquí se hacen alusiones al Evangelio, por lo que Eva pasa a convertirse en María. El Mal y el Bien. El ejemplo de lo que debe ser la mujer y el rechazo a lo que no debe ser.
En ‘Visión’ aparecen elementos de la apocalipsis: bestias, el río, el dragón,… y en ‘Ya a los pies de Jesús’. Ve en Jesucristo la comprensión que no obtuvo del Dios Padre.
Soy fragrante mujer, y peco por amor…
¡Tú lo sabes y hablas conmigo, Tú, Señor!

Canto Quinto: En este último canto solo hay dos poemas ‘Súplica final de la mujer’ y ‘Meditando la mujer ahora’. Aquí se aprecia cómo es la situación de la mujer quien vive con dolor y amor en el tiempo presente. ‘Señor, ¿Tu no perdonas?’ es la queja de la mujer. Insistencia en el origen del odio que procede de la culpa. Destino injusto, del que la mujer quiere librarse. Destierro real del Jardín del Edén es la injusticia hacia la mujer. Se siente condenada sin motivo. Tiene tintes del retomo existencialista de Calderón. Son las meditaciones de la mujer de su tiempo que repasa su evolución y sueña con la salvación explicado en el poema ‘Súplica final de la mujer’.

En definitiva, esta obra explica el destierro que sufre la mujer en el Edén comparándolo con el destierro que sufre en la época que Carmen vivió.  Refleja la injusticia, la frustración de no comprender el rechazo que sufre la mujer y como por el mero hecho de serlo ya está condenada.

Simbología.
Para tener un mejor conocimiento de esta gran y madura obra de Carmen Conde, debemos tener en 
cuenta una serie de simbologías en la poética de esta autora.

Un ejemplo de su simbología es la figura de Dios, el eje central de la obra Mujer sin Edén. Tal y como dice Leopoldo de Luis: ‘es lo más original y profundo de este poemario”. Carmen interpreta que el Creador quería al hombre para sí, y con la mujer, lo pierde. Por eso que Dios tiene celos de la mujer, por eso su exclusión, su papel secundario en la historia y está condenada por ello.

Los ángeles. Para Conde simbolizan el destino. Se puede ver claramente en el poema ‘Visión de los ángeles’. Los ángeles suponen la separación del Edén, personifican el acto de expulsión, tanto de forma espiritual como de forma física, lo separan del Jardín y de Dios. Ellos se encargan de expulsarles. Son el destino, la lucha entre fuerzas interiores y virtudes. Llevan sus espadas de fuego que son armas de escisión entre el paraíso y el castigo

El Mar, parte fundamental de la vida de nuestra autora, inseparable de su obra poética, no podía faltar en esta obra. Tiene varios significados: belleza, abismo, misterio, es el lugar donde se satisfacen los sueños humanos. Se puede ver en su poema ‘Junto al mar’. Aquí se expresan de verdad sus sentimientos, en su estilo más puro. La mujer es ella misma en el mar. Es ese ‘algo’ inmenso donde todo desemboca.

La naturaleza también forma parte de sus inquietudes poéticas, según el catedrático murciano Francisco Díez de Revenga, por eso invoca al mar en momentos de soledad y destierro. La naturaleza es donde se encuentra a Dios, es meditación. Pero también es símbolo de muerte.

La rosa simboliza la idea de juventud, una idea propia de la tradición del Modernismo, de Juan Ramón Jiménez, o Rubén Darío, en esta simbología se aprecian sus influencias.

La Mujer. Para Carme Conde la mujer es Naturaleza. Es la mujer distrae al hombre de Dios, por esto Este la rechaza. Es la gran incomprendida de la sociedad, la indefensa más fuerte que es rechazada por la sociedad, e incluso por las propias mujeres debido a la presión social, a los convencionalismos.

Textos
Canto primero. Último poema. Aquí Carmen cede la palabra a Eva, quien defiende su libertad, que para ella es vivir.
‘Respuesta de la mujer’
¿Dios hizo su mundo por hastío
de aquella soledad divina[1]?
Extático[2] el Jardín iba a quedarse,
a solas, porque nadie impulsaría
una voz por el azul sereno puro.
Tú, réplica de Dios, hombre callado:[3]
¿irías a dormirte siempre el sueño
que yo sobresalté, porque Dios quiso
hacerme despertar [4]junto al olvido?

Mas, ¿y la voluntad del ser creado?
Nacer y respirar, sentirse vivo,[5]
¿no es ya la libertad de querer mucho?

A quererse enseñé hasta a las flores.
Que todos repitieran su criatura
en óleos de alabanzas jubilosas.
Si es que soy tu mal, que me retornen[6]
a tu espalda castigada por mi fuego.

Canto Segundo. Se lleva a cabo el castigo bíblico. Se ve reflejado en el segundo poema de este canto:
Evocación de las Palabras de Dios
“¡Tarde y mañana será el día sexto!
Señoreadlo todo: peces de la mar, los pájaros,
Toda cuanta hierba da simiente
y está sobre la haz de nuestra tierra.
Todo árbol de fruto con simiente
tenéis para comer.
Y a toda bestia con las del cielo aves.
y aquello que se mueva con su vida,
hierba, verde hierba dulce y fresca.
Les será para comer.”
Y a poco,
El maldecir de aquellas dádivas[7]:
“Multiplicaré tus dolores y preñeces,
con dolor parirás los hijos;
a tu marido será tu deseo,
y él se te enseñoreará.
Más tú, hombre, del árbol no has de comer. Maldita
será la tierra por amor de ti.
Con angustia comerás siempre de ella
Cuantos días tengáis por delante.”
Con pieles nos vestiste para echarnos.
¡Oh mi cuerpo desnudo[8],
tibio ramo de mi cuerpo tan suave!
¡La fuente del placer, rosas de mis pechos[9]
Cerrándose a la luz, por conocerse!

Canto tercero. Canto de transición entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
                                                             ‘Junto al Mar’
No pastoreas tú el mar. Ni yo lo aro.
Al verlo despertóse en mí la angustia
creyéndolo gemelo de la tierra.
¡El mar no acaba, el mar se crece
y es mar que como cielo oscuro
y tierra delicada de la orilla!
Metiéndome yo en él, ya no soy Eva[10].
No pienso, no me muevo, me abandono…
Flotándolo me entrego y se me entrega
en un largo tomar que me desangra.
La fuerza que contiene en su sustancia
renace y muere en sí. Es Dios el mar[11].
¡Es el mar áspero, criatura
de Dios eterna: su morada!
Estaba hecho y sigue así: el mar continuo.[12]
Temí al encontrármelo tendido
que hubiéramos de herirlo con la reja,
sacándole las flores de su espuma.
Su cuerpo funde el mío, lo levanta[13]
igual que a un fruto vorazmente agasajado.
¡Mar, oh mar, que eres
ardiente barro deshecho[14]!
Tierras para ir no las quisiera[15].
¡Déjame en el mar,
que me penetre siempre el mar!
Canto Cuarto.
‘La mujer divinizada’
Soy la virgen. Soy doncella. Soy María.[16]
No supe de varón. Llegado el Ángel[17],
pasóme con su voz al cuerpo intacto
temblor de requeridas cumbres.
¡Hágase el Hijo aquí!
Igual es a un rumor resucitado
que comienza en mi seno dulcemente.
Palabra de Palabra es la engrendrada[18].
Resueno su mandato.
Soy lúcida paloma. Soy campana
y rosa de salud inmarchitable.
Yo, la Elegida.
Jehová me perdonó. Vuelvo a su gracia[19]
pariéndole su Hijo, el Preferido.

Canto quinto.
‘Súplica final de la mujer’
Señor, ¿Tú no perdonas? Si perdonara tu olvido
Ya no pariría hombres con odio[20],
Ni seguiría arando cada día más estrechas
Las sendas de los trigos entre zanjas de sangre.
La fuente de mi parto no se restaña de sangre.
La fuente de mi parto no se restaña nunca.
Yo llego las entrañas por raíces de siglos[21],
Y ellos me las cogen, las hunden, las levantan
Para tirarlas siempre a las fosas del llanto.[22]
Señor, mi Dios, un día creí que Tú eras mío[23]
porque bajaste a mí alumbrando mi carne
con el alma que allá, al sacarme del hombre,
metiste entre mis huesos con tu soplo aurora.
Mas, ¿no perdonas Tú? Y no es gozo el que tuve
después del gozo inmenso en el Jardín robado.
Me sigues en la tierra, retorciendo mis pechos
Con labios de criaturas, con dientes demoníacos.
No hay lecho que me guarde, ¡ni de tierra siquiera!
Los muertos me sepultan, [24]y obligada a vivir
Aparto sus plomadas y vuelvo a dar la vida.[25]


Conclusión: 

En cada poema de cada canto se puede apreciar el lamento de la mujer, como está condenada a vivir en un mundo donde no se la comprende. Un mundo que la aparta  y se la discrimina por el mero hecho de ser mujer, sin razón alguna.

Aun así, a pesar de estar desplazada, la mujer se muestra como un ser fuerte, que se antepone a las dificultades que encuentra en el día a día, es ella la que soporta mejor el dolor, parece que está predestinada a él.

Carmen Conde, es esta obra considerada como una de la más madura de su obra poética, exalta la figura femenina de modo que el lector pueda comprender la situación de incomprensión que vivía la mujer en su época, por eso acerca la vida de dolor, de rechazo que vive.

Cada poema derrocha la pasión propia de la autora, con una fuerza y vitalidad que sólo Carmen Conde puede darle.


[1] Por hastío se entiende que hizo el mundo por entretenimiento.
[2] El Jardín quedaría en éxtasis eterno porque nadie lo puede apreciar ahora sin Adán y Eva, ni contemplar su belleza.
[3] Referencia a Adán. Si no fuera por el pecado original de Eva, Adán no hubiera conocido la libertad, la vida real y sensorial.
[4] Dios quiso que Eva cometiera el pecado, podría haberlo evitado.
[5] Es necesaria la expulsión del Edén para conocer la vida. Expulsión como liberación.
[6] Eva no siente culpa por haber comido el fruto prohibido.
[7] En poco tiempo se retractó Dios y los maldijo condenándolos a vivir fuera del Edén. Les reclamó sus regalos.
[8] Al salir del Edén se enfrentaron con el pudor y la vergüenza de su cuerpo desnudo, pero a Eva no le importa. Lo ve como algo positivo, hermoso, radiante de pasión y de vida. Gracias al castigo divino puede exaltar su cuerpo y su juventud.
[9] Cuerpo como fuente de placer, como algo sensual y placentero.
[10] El mar como evasión de la realidad, le hace sentirse viva.
[11] Es bello, bravo, impredecible.
[12] El mar está desde el inicio de los tiempos, desde que fueron expulsados. Es un trozo de Edén en la Tierra.
[13] Comparación del mar con el cuerpo joven.
[14] Del barro de donde Dios creó a Adán.  Comparación de nuevo del mar con la mujer.
[15] Prefiere el mar, donde Eva se encuentra a gusto, sin ser castigada. Las prefiere porque se siente más viva, sin culpa.
[16] Una mujer desterró a los humanos (Eva), pero otra los salvará (la Virgen María).
[17] El arcángel San Gabriel se le apareció a María en la Anunciación y así marcó su destino (simbología de los ángeles para Conde).
[18] El poder de la palabra que se hace obra.
[19] Dios escoge a una mujer para que alumbre a su Hijo Jesuscristo, con el que Carmen Conde siente más afinidad que el Dios Padre.
[20] Con odio, con diferencias raciales. Refleja en sus hijos la discriminación que llevará a cabo la humanidad.
[21] Discriminada desde el inicio de la humanidad.
[22] Humillación.
[23] Creyó que con dar a luz a Jesucristo, Dios la perdonó y le quitó la condena de ser rechazada. Pero no fue así y la mujer siguió desterrada en el mundo de los hombres.
[24] Las tradiciones la sepultan, la historia deja de lado a la mujer, dejándola como ser insignificante que no puede participar en una sociedad de hombres.
[25] Aun así, a pesar del peso de la tradición, la mujer persiste, en continua lucha. 

1 comentario:

  1. Enhorabuena por la presentación de este libro tan esencial en la poesía española de su tiempo y para el feminismo de todas las edades.

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