domingo, 16 de diciembre de 2012

¡El Cielo es Gratis!


Os remito aquí lo que intenté transmitir en la mesa redonda de las jornadas del CEU, de Evangelización... Es así como me estreno y doy por primera vez en mi vida una mesa redonda, una experiencia increíble y gratificante. Espero que haya servido para algo, con que uno solo pillase alguna idea me doy por satisfecha. ¡Millones de gracias por darme esta oportunidad!

¿Podemos ser todos transmisores de la Buena Nueva?
¿Por qué no? No solo podemos sino que tenemos ese deber. Todo aquel que la conozca debe transmitirla. Tenemos una responsabilidad para con el Jefe. Dios no se hizo hombre, murió y resucitó para quedar en el anonimato.

Me encanta comparar esa necesidad de transmitir la Buena Nueva con el papel de los periodistas. Los periodistas son los que difunden y transmiten varias noticias, necesarias para el desarrollo de la sociedad. Pues los católicos somos iguales, tenemos que transmitir y difundir LA noticia. No nos podemos quedar callados ante lo vacío, ante lo que no es transcendental, o eterno. Hay que rebelarse ante lo cutre.

Hay una definición del hombre que me encanta: el hombre aquel ser que va a morir y que lo sabe. El ser humano es un animal con transcendencia en todos nuestros comportamientos lo demostramos, hasta en el comer: usamos una mesa, unos cubiertos, unos platos...

Se tiene que notar que somos diferentes, por nuestra alegría, por nuestro servicio a los demás, porque aspiramos a la eternidad. Porque nuestra vida tiene un sentido y sirve para algo.

¿Como podemos transmitir esto?
La religión es una cosa muy íntima y a la vez muy colectiva, así es la fe. Así que hay que dejar las cosas claras, y el modo de hacerlo no deja de ser casi igual de importante que el fondo.

1. Pensar. ¿Obvio? No tanto ¿Cuando os parasteis a pensar en qué pensáis, en qué creéis? Una vez que hayáis echo esto, lo suyo es querer conocer más aquello en lo que creo para entenderlo, para difundirlo y para fortalecer nuestros cimientos. Los cimientos de nuestra vida debe ser lo más importante, igual que en una casa. No hace falta estudiar arquitectura para saber esto. Así que aprovechemos este año de la fe. Este es nuestro año. La conversión de los católicos en católicos.

2. Generosidad. Hay que querer transmitir la Buena Nueva. Dejar la vergüenza y el egoísmo. Si algo en nuestra vida sirve como luz hay que compartirlo, hay que iluminar al resto. También podría hacer bien al otro. Estas cosas dejan poso.

3. Coherencia. Coherencia. Coherencia. Esto es fundamental. Esto es apostolado, esto es lo que sirve lo que ayuda y lo que enriquece. Tenemos que ser personas íntegras, predicando con nuestro ejemplo. No podemos tener tantas vidas como redes sociales tenemos. NO. Eso nos resta credibilidad y yo como buena futura periodista (que es a lo que aspiro) sé que la credibilidad es lo que me da trabajo, es mi carta de presentación. Esto es lo que arrastra. En mi caso el ver que una chica entraba a saludar en el oratorio me hizo entrar a catequesis de formación. Tenemos que ser iguales en todos lo ámbitos de nuestra vida, por supuesto en casa te comportas de distinta manera que en el trabajo pero la esencia tiene que ser igual. El hogar es para la libre expresión no para causar buena impresión.

4. Humildad.Todos los problemas suelen venir de su antagónico, de la soberbia. Hay que dejar a la soberbia fuera de esto.  Tenemos que aspirar a la ser mejores personas y la soberbia es la gran piedra que encontramos en nuestro camino varias veces. La soberbia con el egoísmo es lo que hace a una sociedad vacía, y hoy esto es lo que abunda y lo que está de moda. Ante esto no nos podemos quedar quietos, hay que luchar. ¿Con que? Con humildad y generosidad. Hacer el efecto copia o llamada. La verdad no se impone se propone, hay que ser humilde y entender que hay Alguien superior a nosotros.

5. Valentía. Esto es un detalle pero es el detalle. El detalle es lo que hace que algo bueno, sea convierta en lo mejor. Ser valiente no significa no tener miedo, significa no dejar que ocupe un primer plano en nuestra vida. Dios quiere valientes, No hay que caer en la cobardía, en la mediocridad, dije al principio que hay que rebelarse ante lo cutre. Y esto la cobardía es muy cutre. Tenemos que tener personalidad. Además los cobardes mueren antes.

Mucha gente dice que no debería de haber vivido en este tiempo, o yo soy de otra época. Pues no. Dios te ha querido en este momento. Ahora nos necesita, somos un instrumento. Voy a daros una noticia: Dios nunca está distraído. 

Solo somos felices cuando decidimos que somos felices. No hay que temer a la grandeza. Estamos hechos para eso.

Y todo esto es inviable e ilusorio si no hay alguien o algo que lo baje a la realidad. Esto desemboca en una de las cosas más bonitas que hay: la familia.  El hogar es la columna invisible que sostiene el mundo. Igual hay que pensar que si la familia falla la sociedad falla. La familia hace que no seamos personas vacías porque con amor nos van llenando. Es un continuo aprendizaje.

Así es. Los católicos somos hermanos. Todos somos hijos de Dios. Somos una familia muy numerosa. Y eso se tiene que notar. Debemos de confiar en Dios, fiarnos de Él ,como padre que es. ¡Que el cielo es gratis!

1 comentario:

  1. Te felicito por tu intervenion Helena. La verdad es que hablas con una gran elocuencia. La intervencion de Milenko Bernadic tambien me gustó, El siempre va directo al grano, y se documenta muchisimo para escribir en infocatólica.

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